domingo, 1 de agosto de 2010

Juan Villoro

FRENTE AL ESPEJO



Caracas.Venezuela.1993




Guadalajara,Mexico.2008


Vasco Szinetar se ha impuesto la solidaria tarea de envejecer con sus amigos. Nos encontramos por primera vez en 1993, cuando yo era una persona seria, cargada de preocupaciones e inseguridades. Su imagen y el espejo no mienten. ¡Cuánto cavilaba en esos días! 15 años después todo ha cambiado: menos pelo, menos salud, menos angustias. Entre las dos imágenes hay un hecho decisivo. Una mañana subí al coche del fotógrafo en los Andes venezolanos. Vasco tomó una carretera sinuosa; condujo con desparpajo, haciendo bromas y gesticulando como en sus mejores fotos. En ningún momento se le ocurrió ver el camino. Su humor mejoraba en cada curva. Estuvimos a punto de morir de risa en un abismo. Para librarme del vértigo, desvié la vista al suelo del auto y detecté a un curioso pasajero. Era un insecto, y no estaba solo. Entonces Vasco habló de sus bichos con desenfrenada felicidad. Siguió adelante, sin ver el horizonte, revelando que los grandes fotógrafos tienen ojos en las manos. No es casual que la segunda foto, tomada en 2008, irradie felicidad. Cada vez que veo al imprescindible Vasco Szinetar recuerdo el milagro de estar vivo.

Juan Villoro

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